LOS LÍMITES DE LA FILOSOFÍA



Del último post sobre “La insuficiencia de las pruebas de la existencia de Dios”, se desprenden varias discusiones interesantes que darían para varias entradas. Considero por ahora, que es necesario ampliar un poco más la tesis sobre el carácter argumentativo y no demostrativo de la filosofía. Eso es lo que pretendo hacer en el presente post y de paso, volver sobre las tesis gnoseológicas que constituyen la base del pensamiento crítico, tema que ya se había tocado en “Los principios de la mente crítica” de este mismo blog.

FILOSOFÍA Y RETÓRICA

Chaim Perelman, en un opúsculo titulado “Filosofía y Retórica”, se pregunta: ¿Por qué demonios los filósofos no se pueden poner de acuerdo?. Y es que comparada con la ciencia en la que los científicos se ponen de acuerdo sobre muchas cosas, los filósofos no pueden hacerlo en absolutamente nada y ese “absolutamente” no es una metáfora, sino una realidad histórica en la que todo es objeto de controversia. En filosofía nada hay que no pueda ser cuestionado, nada hay sobre lo que no exista debate.
Dice Perelman que a diferencia de la ciencia, los términos o nociones filosóficas están cargados de un fuerte componente emocional, que de antemano hay ciertas preferencias por unos sentidos específicos de esas nociones y que quien las define busca imponer de alguna manera su concepción particular, dándole un carácter verdadero y por lo tanto universal y absoluto.
La filosofía entonces debido a esas “Nociones confusas” con un alto grado de emotividad, se vuelve un campo de desacuerdos y no de consensos. El mejor argumento para respaldar esta tesis, es según mi opinión, la misma historia de la filosofía, que muestra claramente con el grandísimo número de concepciones filosóficas, de corrientes y sistemas, el carácter de la filosofía como campo de disensos.
Algunos filósofos han querido eliminar este tipo de confusiones nocionales creando un lenguaje lógico formal, neutro, libre de las ambigüedades propias del lenguaje común. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que cuándo se trata de darles una aplicación concreta a esos enunciados formales, vuelve y se origina la diversidad de sentidos y por lo tanto la controversia.
Por ejemplo al hablar de justicia filosoficamente, se utilizan tradicionalmente variadas maneras en la formulación de su concepto:
"a. A cada quien la misma cosa
 b. A cada quien según sus méritos
 c. A cada quien según sus obras
 d. A cada quien según sus necesidades
 e. A cada quien según su rango
 f. A cada quien según lo que la ley le atribuye” (Tomado de Narváez herrera, Moises: Nociones Confusas: un análisis desde el giro pragmático en Chaim Perelman. Pág, 6).

Cada una de las anteriores definiciones de justicia es problemática y  ni aun al elaborar una definición todavía más general, como la que intenta hacer el mismo Perelman: “Un principio de acción de acuerdo con el cual los seres de una misma categoría esencial deben ser tratados de la misma manera”, se puede llegar a una definición carente de dificultades y de problemas en cuanto a su verdadero significado cuándo se trata de aplicarlos a casos concretos:

Para que la regla de la justicia constituya el fundamento de una demostración rigurosa, los objetos a los cuales se aplica habrían debido ser idénticos, es decir, completamente intercambiables. Pero, de hecho, nunca es éste el caso. Estos objetos difieren siempre por algún aspecto, y el gran problema, el que suscita la mayoría de las controversias, reside en decidir si las diferencias advertidas son o no desdeñables, o, en otros términos, si los objetos se distinguen por los caracteres considerados esenciales, es decir, los únicos que se deben tener en cuenta en la administración de la justicia. La regla de la justicia reconoce el valor argumentativo de lo que uno de entre nosotros ha llamado la justicia formal según la cual los êtres d’une même catégorie essentielle doivent être traités de la même façón (los seres de una misma categoría esencial deben ser tratados de la misma manera). La justicia formal no precisa, ni cuándo dos objetos forman parte de una misma categoría esencial, ni cuál es el tratamiento que se les ha de dar”.(Citado en: Narvez, Op.Cit, Pág: 289).
En otras palabras, siempre, ante la escogencia del sentido correcto de aplicación de un principio formal o del sentido correcto de una noción filosófica, se trata de preferencias, de valores, de decisiones que en todo caso deben argumentarse y para las que no hay verdades conclusivas y definitivas, es decir, no hay demostraciones sino argumentaciones. Esta característica de la filosofía como actividad argumentativa, evita toda pretensión dogmática que trate de establecer alguna concepción filosófica como la verdad absoluta e imperecedera. Es por eso que Perelman propone frente a estas “Filosofías dogmáticas”, una filosofía regresiva que tenga los siguientes principios: 
  • Principio de integridad: Quiere decir que en cualquier planteamiento filosófico, se deben considerar todos los factores y hechos intervinientes de tal manera que se establezca una solidaridad entre ellos, así como de sus principios explicativos. 
  • Principio de dualidad: Afirma que ningún sistema filosófico es jamás completo y acabado, sino que debe tener en cuenta tanto lo abstracto como lo concreto en la dinámica de los acontecimientos históricos y de las experiencias futuras 
  • Principio de revisabilidad: Ninguna proposición del sistema del pensamiento se encuentra a salvo de una revisión. 
  • Principio de responsabilidad: En la elección de una teoría o su revisión, el investigador debe tener los suficientes criterios que permitan sustentar ante la comunidad de personas razonables, esa decisión.

FILOSOFÍA Y PRIMEROS PRINCIPIOS

Contrario a la filosofía regresiva, como se dijo, algunos filósofos o corrientes filosóficas proclaman que es posible aunque hasta cierto punto, realizar genuinas demostraciones, con premisas verdaderas y por lo tanto verdades concluyentes e indiscutibles. Esta afirmación la hacen considerando que son fundamentos sólidos e incontrovertibles los famosos primeros principios ontológicos o epistemológicos a partir de los cuales se pueden deducir conclusiones igualmente incontrovertibles y universales.
Los primeros principios son a su vez indemostrables en el sentido que no se derivan de otros más generales, pero se conocen gracias a que son evidentes por si mismos, a que su verdad se capta inmediatamente a través de esa evidencia por medio de la intuición.
La evidencia de esos primeros principios o axiomas y las correspondientes deducciones que ellos permiten, se constituyen entonces en verdades definitivas, universales, absolutas e incontrovertibles. El razonamiento a partir de esos primeros principios se erige como el último resquicio del dogmático que quiere afirmar su posición filosófica como la única verdadera.
Existen varios primeros principios, pero los más famosos son los siguientes:
·        El principio de identidad
·        El principio de No Contradicción
·        El principio de Tercero Excluido
·        El principio de Razón Suficiente.
     Sin embargo aquello que es pasado por evidente, debería serlo en cualquier caso, pero la historia de la filosofía una vez más, demuestra que no es tal, que incluso esos primeros principios han sido controvertidos en numerosas ocasiones.
    Si fuera evidente el principio de No Contradicción por ejemplo, no pasaría Aristóteles todo el capítulo cuatro de su Metafísica tratando de defenderlo ante los que lo negaban.
Así igual con cada uno de aquellos principios “evidentes” que han querido convertirse en el fundamento de filosofías primeras, Kant, Hegel, Husserl, Heidegger entre muchísimos otros, han cuestionado cada uno de los primeros principios tanto ontológicos como epistemológicos, cada uno ha presentado su propia versión o los ha negado, reafirmando una vez más que sobre ellos lo evidente no lo es de ninguna manera.

LOS CRITERIOS DE DEMARCACIÓN DEL PENSAMIENTO CRÍTICO

En este punto, considero importante retomar y ampliar un poco los criterios del pensamiento crítico, que traté brevemente de exponer en una entrada anterior de este blog: https://razonilustrada.blogspot.com/2018/06/los-principios-de-la-mente-critica.html
  • Una visión científica del mundo real.
  • El rechazo a la metafísica que se eleve con base a los principios de una razón pura alejada de los descubrimientos conseguidos por la ciencia.
  • El anterior punto establece claramente que el pensador crítico rechaza la metafísica tradicional, pero acepta una ontología científica, es decir, considera válido que nos formemos una idea de la estructura del mundo real solo con base en los hallazgos científicos. Para este punto, valdría la pena tratar de elaborar un criterio de demarcación, que sería más o menos como sigue: Toda proposición que se refiera a lo real[1], debe estar respaldada por un proceso de contrastación empírica directa, o indirecta a través de un cuerpo teórico igualmente contrastable. 
  • Una antropología que incluya los resultados de las diferentes ciencias que tratan sobre el ser humano. 
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(1)El concepto que tengo de lo real lo explico en otra entrada de este blog:
La definición de lo real esta ligada en el anterior post a "lo que existe independientemente del sujeto", sin embargo para ser más precisos, considero que la expresión correcta debería ser: "lo que existe independientemente de las construcciones que hace el sujeto, bien sean mentales o físicas o axiológicas". La razón de esta precisión, es que cuándo se dice simplemente que lo real existe independientemente del sujeto, pareciera que no se tienen en cuenta aquellos fenómenos que solo existen mientras existan sujetos, como por ejemplo los procesos fisiológicos. Estos fenómenos son sin embargo, independientes de lo que el sujeto construye, así sea voluntariamente o involuntariamente, por lo que pueden considerarse como partes de lo real y por tanto, susceptibles de ser contrastados empíricamente.

Comentarios

  1. Como siempre, la contundencia lógica de los argumentos....

    A Hans Kelsen también le fue difícil definir la justicia...

    Solo quiero complementar lo dicho con un escolio del gran Nicolás Gómez Dávila: "la filosofía es una gran voz polifónica" bello y profundo escrito que nos recuerda que la filosofía es una (filosofía) pero compuesta de muchos y diversos pensamientos (filosofías).

    Y cerrar con nuestro Padre Sócrates: "sólo se que nada se", sabio maestro que nos enseñó que cuando intentamos definir un concepto es cómo cuando tratamos de desentrañar una cebolla, quitamos capaz de piel y capas de piel y finalmente llegamos al interior en donde no vemos nada... Al parecer así son los conceptos, están formados por palabras y las palabras están hechas de viento...

    Un saludo...

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    Respuestas
    1. Excelente metáfora del padre Socrates, gracias por tus comentarios y por tus palabras. Chevere saber una vez más de esa erudición tuya, fruto un vida dedicada a la lectura .

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