ALGUNOS CURIOSOS JUICIOS HISTÓRICOS

 

A propósito del derribo de monumentos

Hemos visto como los Misak han reclamado justicia histórica tumbando las estatuas de Sebastian de Belalcazar en Popayan y recientemente en Cali. Sebastian ha sido además en juicio extemporaneo de casi 500 años, declarado genocida y usurpador de territorios por la misma comunidad, juicio sui géneris en el que por supuesto Sebastian no tuvo nunca la posibilidad de hacer una defensa más allá de la que los hechos históricos nos pueden decir, los que por cierto lo dejan en muy mala posición.

Este juicio histórico singular, en el que la estatua de un personaje triste o alegremente celebre es la que sufre el veredicto de los "debidos procesos" judiciales, nos lleva a pensar que sucedería si extrapoláramos este tipo de reclamos y juicios a los personajes, instituciones y naciones, que como cualquier personaje con poder, cualquier institución o cualquier nación, tiene alguna responsabilidad histórica por haber osado actuar en el marco de aquella coordenada que llamamos tiempo.

Es así cómo: los afrodescendientes querrán tumbar las estatuas de Simon Bolivar que identifican las plazas centrales de cuanto pueblo grande o pequeño hay en nuestra particular Colombia, aduciendo su carácter esclavista, por ser dueño de más de 2000 esclavos que trabajaban en sus muchas haciendas y por haber evitado alguna revolución parda mandando a ejecutar vilmente al héroe José Prudencio Padilla.

Las pocas estatuas de Simón Bolivar que quedarán de pie, seguro serán destruidas por los grupos feministas que harán reclamo de la nada elogiosa costumbre del padre de la patria por hacerse con los favores sexuales femeninos, instrumentalizando a la mujer y cosificando su cuerpo al volverla como un simple objeto de sus deseos concupiscentemente libertarios.

Probablemente después, vendrán algunos creyentes sinceros en el islam que consideren a Colon su enemigo acérrimo, por haberse atrevido favorecerse de las joyas empeñadas de Isabel la Católica, la cual los había sacado sangrientamente de su querida Al Ándalus.

De la misma manera y siguiendo los pasos sabios y valientes de un AMLO prepandémico, que reclamaba una carta de disculpas al Vaticano y al gobierno español por los abusos cometidos durante la colonia, el estado de Israel esta escribiendo una carta diplomática de protesta a Italia por mantener en pie y no haber destruido el arco de Tito que celebra entre otras cosas el sitio de Jerusalem, génesis de una diáspora eterna o apocalipsis de un pueblo elegido. Israel según cuentan, exigirá el derribo inmediato de este arco infame en aras de la buena convivencia internacional.

Y como el mundo de hoy es un pañuelo, las noticias de que el pueblo indigena norteamericano exige la destrucción total del capitolio nacional de los Estados Unidos, está ya en boca de medio planeta, pues según dicen estos aborígenes norteamericanos, el capitolio es en si mismo un símbolo de opresión ya que durante un siglo completo se tomaron desde allí las infames decisiones legislativas que los recluyeron en reservas muertas y lejanas a sus ancestros.

Igualmente según dicen las malas lenguas, los habitantes originarios exigen que sean quitadas las ilustraciones, monumentos, dibujos, estatuas, pinturas o fotografías que se atrevan a representar a los presidentes gringos que cometieron acciones en contra de sus antiguos pueblos, aunque saben que al hacer eso, tal vez solo queden las imágenes de dos o tres grandiosos presidentes o lo más probable, solo la fotografía de un Obama orejón y sonriente.

Por último (Aunque hay muchos chismes más), se dice que se planea un nuevo juicio de Nuremberg, pero esta vez no en Alemania, sino en Xochimilco México. En este nuevo tribunal se juzgará por crímenes de lesa humanidad y violación del derecho Internacional humanitario a los dirigentes Aztecas, que inhumanamente se atrevieron a hacerle la guerra a pueblos pacíficos, con el ánimo de ver rodar sus cabezas por las gradas de alguna pirámide tropical.

En defensa de aquellos pueblos exterminados por los crueles Aztecas, se declarará la necesidad imperiosa de borrar del escudo Méxicano toda aquella referencia a los bárbaros fundadores de México-Tenochtitlan, claro que al hacerlo el escudo quedará vacío, pero bueno, eso no importa, todo sea por la defensa de la declaración de los derechos de los pueblos indígenas promulgada en el 2007.

Es de advertir que estos juicios garantistas se seguirán haciendo muy a menudo y seguramente en el futuro, estos juicios serán a su vez enjuiciados y sus fallos abolidos, por errores en el debido proceso y parcialidad comprobada, iniciándose así un juicio eterno y cíclico, más parecido a un eterno retorno griego que a un análisis historiográfico contemporaneo. Pero que le vamos a hacer, así es el mundo en que nos tocó vivir.

Y para cualquier contradictor que quiera juzgar este pequeño escrito, solo quiero decirle con toda seguridad y a una voz con algún triste o alegre personaje (según quien lo mire).

!La historia me absolverá¡




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