LA PRUEBA DIABÓLICA Y LA EXISTENCIA DE DIOS
¿ES
POSIBLE PROBAR LA INEXISTENCIA DE ALGO?
Generalmente en las discusiones entre ateos y
creyentes, surge aquello de la carga de
la prueba (Onus probandi) y de cómo esa carga de la prueba la tienen aquellos que
afirman que Dios existe, mientras que los que niegan la existencia de Dios, no
se les puede pedir prueba alguna porque es imposible probar la inexistencia de
algo.
La prueba de lo inexistente que se ha dado en
llamar prueba diabólica, es famosa porque en el derecho antiguo y medieval el
acusado era en muchos casos obligado a probar que no había cometido el crimen.
Es decir, si los acusadores no eran capaces de probar el crimen, aun así el
acusado era obligado a probar que no lo había hecho, lo que era realmente
diabólico, pues al acusado le iba a costar encontrar o tal vez nunca pudiera,
las pruebas de que no había cometido el hecho, lo que significaba al final, que
siendo inocente nunca pudiese salir de la cárcel. Para evitar esta tipo de
injusticias el derecho actual habla de la presunción de inocencia y de que es
quien acusa (el que afirma) el que debe demostrar la culpabilidad, es decir, es el acusador el
que lleva la carga de la prueba (Onus probandi).
Ahora bien, ¿es cierto que no se puede probar
la inexistencia de algo? ¿Es válido que los ateos acudan a ese argumento cuándo
se les pide que prueben la inexistencia de Dios? ¿Quién lleva la carga de la
prueba en la discusión sobre la existencia de Dios? ¿Los ateos o los creyentes?
Según los creyentes, la prueba diabólica es
para el caso de la existencia de Dios, una falacia esgrimida por ateos poco
sofisticados, al menos eso es lo que opina William Lane Craig, un famoso
polemista creyente, que aparentemente con facilidad vuelve añicos una pregunta
de un joven estudiante, como lo muestra el siguiente video.
Aclaremos algunas cosas, ¿qué significa probar
algo? Bueno, dice el DRAE en la acepción que nos interesa: “Justificar, manifestar y hacer patente la
certeza de un hecho o la verdad de algo con razones, instrumentos o testigos”
¿Qué
significa prueba?: “Razón, argumento,
instrumento u otro medio con que se pretende mostrar y hacer patente la verdad
o falsedad de algo.”
Entonces tenemos que para probar algo, es
decir, para justificar la certeza o la verdad de algo, se utilizan las pruebas,
que son: razones, instrumentos o testigos.
Ahora bien, cuándo se trata de probar la
existencia de algo, uno acude a razones que justifiquen la existencia de eso,
razones como por ejemplo las leyes de la naturaleza o los primeros principios
ontológicos, utiliza instrumentos que miden de alguna manera las huellas que
deja la existencia de eso en la realidad o sus características objetivas.
También se acude a testigos, que percibieron a través de sus sentidos los
efectos de la existencia del objeto. Las pruebas proporcionadas por los
instrumentos y las percepciones de los testigos, las llamaremos pruebas
positivas, porque provienen directamente del objeto (en cuanto datos empíricos
medibles) y porque tienen consistencia. Sin embargo, hay que tener cuidado con
las pruebas denominadas de “razón”. Como es obvio, las pruebas de razón son
razonamientos que establecen conclusiones a partir de premisas. Las premisas
pueden ser extraídas de la observación, como las leyes de la naturaleza o los
principios ontológicos, sin embargo también pueden ser derivadas de la misma
razón, lo que Kant llamaba la razón pura. El problema de la razón pura es que
puede perder contacto con la realidad empírica y “perderse” en su propio mundo
de reglas formales, pero sin contenidos reales, tal y como sucede con algunas
áreas de las matemáticas, de tal manera que esas ideas no tendrán validez para
la existencia de los objetos en la realidad. Igualmente los razonamientos que
se apoyan en principios o leyes, serán pruebas indirectas de la existencia de
algo, precisamente porque no se desprenden directamente de eso, sino que al
contrario la existencia del objeto se infiere de ellos. Las pruebas de razón no
serán pruebas positivas según nuestra terminología.
Los testimonios también requieren de mucho cuidado. Estrictamente hablando todo testigo
lo que hace es percibir, la percepción tiene dos partes: La sensación, que es
la entrada de información por los sentidos a través de un medio físico (la luz, las ondas
sonoras etc) y la percepción propiamente hablando, que es la manera como el
cerebro procesa la información recibida. Es claro que hay percepciones sobre
estados internos del sujeto, pero aquí lo que nos interesa es la existencia de
objetos externos a él, por lo que no nos ocuparemos de ellas.
De lo anterior se desprende que las sensaciones
se dan en el marco de un objeto que proporciona datos físicos captados por los
sentidos, por eso la percepción se hace siempre a partir de lo que existe. Aquí
el peligro entonces radica en que nuestra mente se mueve tan rápido que hacemos
razonamientos sin darnos cuenta y confundimos esos razonamientos con la percepción
misma. Por ejemplo, miramos un árbol, lo percibimos y cuando traducimos a
palabras la percepción, decimos: “Estoy viendo un árbol grande” sin darnos
cuenta que el término grande ya no corresponde a la percepción, sino que surge
de una comparación con otros árboles que la mente realiza en instantes
rapidísimos.
Otro modo de conocer básico erigido a partir de
la percepción y que corre el peligro de confundirse con ella, es la intuición
intelectual, acto cognitivo que capta la
evidencia de ciertas cosas, como por ejemplo la aprehensión de los imposibles metafísicos.
La intuición es en todo caso un movimiento de la mente, un movimiento simple
sin intermediaciones, pero que constituye ya un añadido a lo percibido y que
pertenece al mundo de las pruebas de razón.
Ahora bien, estas son las formas en que podemos
probar la existencia de un objeto. ¿Pero qué pasa si yo trato de probar la
inexistencia de algo?, ¿cuáles son las pruebas de que algo que no existe?
Hagamos el ejercicio anterior, pero en desorden
para conveniencia del punto que se quiere mostrar.
A nivel de instrumentos, es imposible probar la
inexistencia de algo por razones evidentes: Lo inexistente no deja ni puede
dejar ninguna huella empírica, física, porque de la nada, nada sale.
Por lo que no es posible medir la nada,
constatar la nada a través de algún instrumento, ni tampoco a través de los
sentidos. No hay prueba positiva de lo que no existe.
Ahora bien, lo dicho anteriormente en relación
con los sentidos nos alerta de algo: ¿es que acaso yo no puedo como testigo percibir
que un hecho no se ha producido? Por ejemplo, ¿no puedo decir que efectivamente
Daniel no lanzó un palo a la cabeza de Gustavo, el Día 7 de mayo de
2018 a las 13:00 PM, cuándo yo estaba
allí, viendo que Daniel estaba tomándose un café, sentado en la cafetería?
Bueno, estrictamente hablando solo percibo los datos que entran por los
sentidos, por lo que no puedo percibir algo que no existe. Sin embargo y como
ya se dijo antes, la mente es capaz de captar en un movimiento simple la
imposibilidad metafísica de la contradicción, lo que me hace afirmar que Daniel
no lanzo el palo.
Es decir, que en términos del ejemplo, solo he
percibido que Daniel a la hora y fechas descritas, estaba haciendo otra cosa, por lo que inmediatamente concluyo que eso de lanzarle un palo a Gustavo no se
efectuó. Pero es claro que la conclusión surge de un movimiento de aprehensión mental y no directamente de lo captado por los
sentidos. No he percibido lo que no existe, he percibido lo que existe y he
aprehendido mentalmente una verdad evidente: que dos cosas contradictorias no
pueden ocurrirle a un mismo ser en un mismo sentido o que no podemos estar en
dos lugares a la vez etc., etc.
La sola percepción de los testigos no puede
probar la inexistencia de un hecho, sino que el imposible metafísico o los
hechos autocontradictorios (los solteros casados que enuncia Lane Craig en el
video), son pruebas de razón, surgen de un acto cognitivo, simple o discursivo,
pero en todo caso no constituyen pruebas positivas de la inexistencia de algo,
sino que son una forma indirecta de probar que no pueden existir. Es posible
decir entonces que un testigo puede probar la inexistencia de algo, solo desde
la captación de un imposible metafísico con lo existente. Sin embargo, este
tipo de pruebas se complican cuando ampliamos el contexto de observación, cuando
se abre el abanico de posibilidades de actuaciones o de seres o hechos sobre
los que se debe emitir un juicio de inexistencia o cuando el objeto no es tan
específico como en el ejemplo de Daniel, haciendo que las pruebas de razón no
sean tan evidentes.
Miremos el otro ejemplo de Lane Craig, “Es fácil
probar que no hay tiranosaurios Rex, en la tierra”, pero, ¿cómo hago para
probarlo? Teniendo en cuenta lo que significa probar y prueba, tenemos:
Desde la razón no hay nada, ninguna ley
natural, ningún imposible metafísico que impida que haya un Rex por allí caminando.
Entonces en ese sentido no hay pruebas de razón que indirectamente nieguen la
posibilidad de su existencia, por ahí no es el camino. Puedo entonces acudir a
testigos, pero los testigos solo dirán que lo que ellos ven es a otros animales
o que ven huellas de pisadas de otros animales o huellas de mordidas de otros
animales, ninguna de ellas es una prueba de inexistencia del tirano, ni
constituyen una contradicción con la existencia del tirano.
Entonces vamos a tratar de escuchar a un
tiranosaurio rex, vamos a tratar de mirar su huella calórica o algo así,
imposible claro, porque lo que no existe no deja huellas de ningún tipo. ¿Entonces
como probamos que no existe? La respuesta
es obvia, no podemos hacerlo, William Lane Craig se equivoca. No puede haber
pruebas positivas de que el Tirano rex no existe y tampoco hay imposibles metafísicos
que nieguen su existencia, entonces no se puede probar su inexistencia. No
existen pruebas positivas y directas para probar la nada.
Ahora subamos la apuesta y vamos al caso de
Dios: es posible probar que Dios no existe?, Según lo anterior, podemos notar
que la única forma de probar la inexistencia de Dios es mostrando que es un
imposible metafísico, que su existencia viola los principios ontológicos porque
en cuanto a las demás maneras de probar su inexistencia, es claro que no se
puede y menos con él como ser sobrenatural y por lo tanto no empírico.
La carga de la prueba
Supongamos que yo digo a Daniel: Daniel, existen
los unicornios azules, ¡segurísimo!, te lo digo. Daniel me responde, hombre no
creo que existan, eso no me convence.. no existen esos animalejos. Entonces, yo
respondo, bueno, te digo que existen, te toca a ti probar que no existen… Daniel
dice: ¿en serio?
¿Quién debe probar?, el que afirma o el que
niega.
O sea si alguien dice que existe Thanos, ¿el
que niega esa existencia es el que debe probar que no existe?
Si alguien se le ocurre decir que existe Zeus,
¿el que niega que existe es el que debe probar que no existe?
Es decir, la simple afirmación de algo es válida
por si, y lo que hay que hacer en todo caso es probar su inexistencia. Vaya, si el conocimiento funcionara así, no habríamos
avanzado nada de seguro. La verdad es claro, que el que afirma la existencia de
algo, debe aportar pruebas positivas de su existencia y en la medida en que no
sea capaz de aportar esas pruebas, no hay justificación para cambiar la
proposición de no existe a existe.
Algo pasa con este tipo de afirmaciones, si yo
afirmo que existen los Tiranosaurios Rex en la tierra actual, debo aportar
pruebas de ello. Ahora bien, supongamos que salgo a encontrar esas pruebas,
busco y busco durante años, me muero y mis hijos siguen buscando pruebas pero
nunca encuentran nada, ¿se habrá demostrado que no hay Tiranosaurios Rex?,
obviamente no por lo que ya se dijo, pero lo que si se habrá debilitado mucho
es la tesis de que los Tiranos existen en la actualidad.
En consecuencia, alguien que afirme categóricamente
la existencia de un ser no evidente por si mismo, si quiere ser racional, debe
aportar las pruebas que respalden esa afirmación, esto muestra que mientras no
se aporten esas pruebas lo que se presume como lo normal, es la inexistencia de
ese algo no evidente. Lo que no se prueba se presume como inexistente.
Como podemos saber que el amor o la felicidad existen?, sintiendolo y, que si una persona no siente esto en su vida?, automáticamente especula que no existen estos sentimientos?
ResponderEliminarEl amor y la felicidad no existen independientemente del sujeto, no están en el aire o en algún lugar, existen en los seres humanos o mejor, existen seres humanos que sienten. El post no apunta a estos estados internos como lo dije. Estos sentimientos son subjetivos y son incomunicables, puedo tratar de traducirlos a palabras pero esa traducción siempre será insuficiente y aunque yo no los sienta, siempre escucharé a otros decir que si lo sienten y a tratar de explicar cómo es ese sentimiento. Mientras yo no experimente algo parecido, sólo me queda guardar silencio. Saludos
ResponderEliminarObviamente, la pretensión del que afirma que Dios existe, no es decir que Dios es un sentimiento, sino que existe objetivamente, o sea, independientemente de que lo sintamos o no.
EliminarAcabo de leer esta disertación lógica y me recuerdas a dos colosos: Carlos Gaviria y la contundencia de sus argumentos lógicos en los debates de la corte constitucional en la cual salio airoso de varios debates que fueron positivos para el país, y a Carlos Aurelio Perez Soto, epistemólogo chileno a quien tuve la oportunidad de escuchar en el año 96 y que en sus discursos y en su texto (((https://trabajosocialucen.files.wordpress.com/2012/04/carlos-perez-soto-sobre-un-concepto-historico-de-ciencia.pdf))) usa la misma contundencia lógica lógica de tus argumentos. Felicidades, definitivamente un coloso de la teoría de la argumentación.
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